viernes, 26 de septiembre de 2008

Los unicornios




viernes 14 de marzo de 2008

Los Unicornios

La mayoría de los unicornios han muerto, lo sé. Algunos quedan, muy, pero muy de vez en cuando los veo; y hay días en que converso con ellos. Me dicen que están muy enfermos, todos; que su enfermedad se llama REALIDAD, y que los vehículos de tal enfermedad somos nosotros, los humanos; todos nosotros. ¿Qué es LA REALIDAD?. Un conjunto de reglas, órdenes y leyes preestablecidas por los asesinos de unicornios. Es, y lo afirmo, una invención, otra de las tantas ficciones que la humanidad ha creado. ¿Cuál es la diferencia con las otras ficciones?. Creen en ella la mayoría de las personas, están tan convencidas de la no ficción de LA REALIDAD, que son capaces de matar y morir por ella. Y nosotros, ¿qué?, nada. Hacemos poco y la mayoría de las veces demostramos lo chapuceros que somos. Al no ser más que ficciones, existen varias realidades dentro de LA REALIDAD, en algunas de ellas todavía viven algunos unicornios, en otras habitan algunas utopías, y en las menos conviven humanos, unicornios y utopías, (en general estas últimas solo se hallan en lamente, es muy difícil transitar por ellas con nuestros limitados sentidos). Cuando queremos demostrar que una realidad con unicornios, utopías y humanos es posible; ambición, envidia, odio, mediocridad y egoísmo nos y los atacan; desazón, apatía, desconfianza e incredulidad; nos invaden. La lucha será cada día más ardua, los aliados serán cada vez menos; pero si abandonamos no podremos rescatar a los pocos unicornios que aún existen. Y les aseguro, aún existen.

Publicado por Carlos L. Escudero en 12:53

La foto salió movida.

Un cronopio va a abrir la puerta de calle, y al meter la mano en el bolsillo para sacar la llave lo que saca es una caja de fósforos, entonces este cronopio se aflige mucho y empieza a pensar que si en vez de la llave encuentra los fósforos, sería horrible que el mundo se hubiera desplazado de golpe, y a lo mejor si los fósforos están donde la llave, puede suceder que encuentren la billetera llena de fósforos, y la azucarera llena de dinero, y el piano lleno de azúcar, y la guía de teléfono llena de música, y el ropero lleno de abonados, y la cama llena de trajes, y los floreros llenos de sábanas, y los tranvías llenos de rosas, y los campos llenos de tranvías. Así es que este cronopio se aflige horriblemente y corre a mirarse al espejo, pero como el espejo está algo ladeado lo que ve es el paragüero del zaguán, y sus presunciones se confirman y estalla en sollozos, cae de rodillas y junta sus manecitas no sabe para qué. Los famas vecinos acuden a consolarlo, y también las esperanzas, pero pasan horas antes de que el cronopio salga de su desesperación y acepte una taza de té, que mira y examina mucho antes de beber, no vaya a pasar que en vez de una taza de té sea un hormiguero o un libro de Samuel Smiles.
"Historias de cronopios y famas".
Julio Cortázar.